6/8/09

UN CUBANO EN EL PARAISO

Un cubano, que fue en vida muy bueno, al morir, como era de esperar, fue al Cielo.
Llevaba más de mil años disfrutando de la eternidad; pero un buen día le dijo a Dios:
"Dios mío, quisiera que me permitieras conocer el Infierno por una noche, para saber cómo es ese lugar".
Dios, en su infinita bondad, le dijo: "Si es tu voluntad, que así sea"
Nuestro hombre se fue esa noche al Infierno. Bajó hacia su entrada por unas escaleras de mármol. Vio por doquier luces de neón y una puerta se abrió de manera espectacular, dando paso a una especie de Edén surcado por ríos de whiskey, de champagne y repletos de las mujeres mas hermosas que jamás pudo contemplar. Pasó la mejor noche de su vida y regresó de madrugada al Cielo.
En la mañana, habló con Dios y le manifestó su deseo de mudarse definitivamente al Infierno. Dios, nuevamente, aceptó.
Arreglados sus asuntos, a la semana estaba camino del Infierno.
Bajó las mismas escaleras y se abrió nuevamente la puerta, pero esta vez cayó en una gigantesca caldera llena de azufre. Se hundió en ella mientras el Diablo lo punzaba con su tridente pero, con esfuerzo, logró sujetarse al borde. Sacó la cabeza y miró al Diablo, que reposaba sentado en su trono, y le dijo:
"Señor de las tinieblas, ¿qué es esto? Yo estuve aquí la semana pasada y todo era maravilloso..."
Y el Diablo respondió: "Tú, como cubano que eres, ya deberías saber que una cosa es el turismo y otra los residentes".

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